AL SERVICIO DE LA ESPIRAL

Veo el vórtice abrirse ante mis ojos. Va tan rápido que casi me marea. Ha venido para llenar de luz todos los huecos que han de quedar vacíos en mí.

Tiro de los filamentos de todas las oscuridades que han erupcionado en las últimas semanas bajo mi piel. Las reconozco como parte de mí, parte de este camino y me siento más completa al contemplar esa nuevas facetas, que seguían ocultas en los más recondito de mi parte humana.

El intelecto, ávido de ordenar las piezas, al fin se agota.

Bienvenido el silencio.

“Deja que se abra todo tu cuerpo”, escucho. Acuden manos amigas que me acompañan desde las vísceras para que me atreva a sentir sin anestesia la aluvión de emociones que tenía contracturadas.

Una grieta de luz desciende del techo y entra por mi torax. Dejo que traspase todas las capas de mi interior.

Abrazo la espiral que tanto temo y que no para de volver, una y otra vez, como un eterno carrusel.

“Por dentro están las respuestas”.

Entiendo que mis gafas ya no son las mismas que cuando aquello ocurrió por primera vez, por eso la espiral se presenta de nuevo.

Me quito las gafas para ver con el corazón y al fin entiendo que yo solo puedo sanar mi lado de la espiral, solo puedo transformar mi dolor.

No importa con cuánta fuerza lo desee, yo no puedo transmutar el dolor que no reside en mi cuerpo, esa es la tarea sagrada de cada uno.

Una melodía antigua sale por mi garganta para recordarme que, cada vez que vuelva la espiral, puedo ofrendar ese dolor ancestral al vórtice que me conecta al corazón de la fuente para que allí se transmute en amor y en compasión.

Ese es el único servicio que se requiere aquí hoy y es silencioso, no hace falta hacer ruido.

Vuelve a abrirse despacio la puerta de la alegría.

Gracias luna, por mostrarme siempre el camino.

Con Amor,

Vanja 🪞 Artistrologie