Bienvenido sea el viento, medicina de mi alma.

Luna Nueva en Acuario

2/9/2024

Bienvenido sea el viento, medicina de mi alma.

Las ráfagas de aliento de mar se despiertan para sacudir mi árbol.

Como es adentro, es afuera.

Percibo las hojas muertas caer al suelo, con toda la furia de este aire tormentoso, que viene a culminar la purga de todo lo obsoleto, de todo lo que sigue obstaculizando mi camino entre soles.

Descubro cómo las ramas subterráneas, que creía haber erradicado en luna llena, han vuelto a brotar a escondidas. Mis miedos y mis angustias se han vuelto tan sutiles y enrevesados, que tenía que venir esta sacudida para que pudiera ver en lo profundo lo que me sigue atando.

Viento sagrado, ayúdame a despojarme de lo que sigue paralizándome y limpia, limpia todo lo que no requiere seguir conmigo en este nuevo amanecer.

El ritmo del compás se acelera y con él los movimientos a mi alrededor, no hay pausa en esta danza frenética que me deja sin aliento, al sucederse tanta vida y tanta muerte, tanta belleza y tanta oscuridad a la vez.

Al disponerme a cortar una vez más las ramas con sus hojas nuevas, me percato de mis raíces firmes y relucientes, ellas no parecen moverse, al contrario, las siento rejuvenecidas.

Ya no se entrelazan con los miedos, se sustentan solas. Y cada una de ellas termina en una espiral sagrada, que danza y bebe de la tierra.

Ahora recuerdo el ritual de año nuevo, el cambio de línea temporal que invoqué en el bosque de acebuches.

Cada árbol, un canal de luz entre cielo y tierra. Un viaje al corazón sagrado de mi niña de luz, esa que sigue respirando al unísono con Dios, la que reboza en amor y confianza, antes de que se rompiera su unión con el todo, al activarse la herida quironiana que todo lo ensombreció.

Fotografié sus raíces fuertes y juguetonas, guardé la foto en una caracola de mar, y la enterré en el útero de ese bosque para que la alquimia de la tierra hiciera su magia.

Y así se hizo.

Aunque los miedos vuelvan una y otra vez, algo fundamental ha cambiado.

Es el miedo al miedo, lo que ha desaparecido.

Puedo observar lo que antes me aterraba, sin desanclarme del corazón de la caracola, de la espiral divina que me envuelve en su abrazo.

La confianza de que en el fondo “todo está como corresponde” es la manta que me abriga incluso en el más violento de los temporales.


Ahora sé que el camino entre soles no puede llegar a florecer sin estas tormentas, ya que sus vientos y lluvias son medicina para el alma.

Feliz siembra de Luna Nueva, estrellas de mar.

Vanja 🪞 Artistrologie